¿Por qué Attatürk destruyó el califato?
En 1923 el creador de la república turca, Mustafá Kemal, decidió suprimir el califato otomano. A veces los musulmanes nos preguntamos por qué Attatürk consideró tan importante suprimir, barrer del mapa, una institución de carácter espiritual que, de alguna manera, enlazaba a la Puerta (el Imperio otomano) con el imperio islámico árabe. Desde Meca y Medina, pasando por Damasco y Bagdad, algo grande, a la vez político y espiritual, había permanecido.
No contento con liquidar al Sultán, haciéndole partir al exilio, Attatürk emprende una serie de reformas que hoy en día juzgaríamos como profundamente autoritarias y radicales, tales como el cambio de sistema de escritura, prohibiciones y obligaciones vestimentarias (supresión del hijab y del turbante o del simple fez), imposición del Código civil suizo, imposición del apellido, cuando los turcos no lo usaban, etc. Pero la decisión de terminar con el debilitado, simbólico califato islámico tiene que haber tenido otra serie de razones.
Imaginemos por un momento la sociedad mundializada en la que vivimos. Supongamos que el califato no hubiera sido suprimido por Attatürk. Quizá el Califa hubiera seguido siendo una figura casi irrelevante en el concierto internacional durante décadas. Pero en 1973, con la crisis petrolera, y sobre todo en 1979, con la revolución islámica en Irán, quizá habría tenido su palabra que decir. Tras la caída del Muro de Berlín, en 1989, en el nuevo contexto mundial, el Califa de Istanbul podría ser esa figura conocida internacionalmente que, con mayor o menor representatividad en la Umma, en algunos momentos pudiera ser un interlocutor y un portavoz, por ejemplo en la terrible situación de Oriente medio. Y cuanto mejor fuera su liderazgo, mayor sería su utilidad para que la Umma pudiera hablar con voz propia en determinados momentos cruciales. Allah sabe más.
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