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lunes, julio 24, 2006

Jutba sobre la Predicación

Mezquita Assalam-Bilbao
21 de julio de 2006
Chej Mansur de València

Tras revelar Alá la última aleya del Corán la cual reza:
"Hoy he completado vuestro din, he completado mi gracia sobre vosotros y me complazco con que el Islam sea vuestro din", y tras la muerte del mejor ser de la creación, Mujammad ibn abdil-lah – que la paz y las bendiciones de Alá sean con él –, se cerró una gran puerta que hasta entonces había estado abierta. Una puerta que se abrió con el descenso de Adán a este mundo y se cerró con nuestro profeta Mujámmad: la puerta de la profecía.

Sin embargo, el mensaje del Islam, es un mensaje universal con el cual fue enviado nuestro Profeta a toda la humanidad, para sacarla de las tinieblas de la incredulidad y el extravío a la luz de la fe. Ello lo explicó Alá en su Libro cuando dijo:
"Y no te hemos enviado (¡oh Profeta!) sino como misericordia para todo el mundo". Y también lo explicó el profeta Mujámmad cuando dijo: "Fui enviado a toda la creación y conmigo, se completó el número de profetas". Por ello, la propaganda del mensaje del Islam, no acabó con la muerte de nuestro amado profeta, sino que dicho trabajo, es una obligación de la comunidad islámica en su conjunto. Ello fue el móvil que hizo a los Compañeros del Profeta salir de la península árabe para sacar a la gente de la esclavitud de los hombres, para que se convirtieran en siervos de Alá. Así lo comprendieron los Compañeros del Profeta y así nos lo enseñaron y transmitieron.
Y tanto el Corán como la tradición del Profeta nos demuestran que la predicación del Islam es un obligación de todo musulmán y musulmana, siempre que se tengan en cuenta unas condiciones y parámetros que toda persona debe conocer.

De entre los argumentos en los que se basa dicho principio, encontramos donde Alá expone dicha obligación en el Corán cuando dice dirigiéndose a los musulmanes en su conjunto:
"Y sed una comunidad que llame al bien, ordene lo correcto y prohíba lo que está mal. Esos, serán los que prosperen". Y también dice en otra aleya:
"Di (oh profeta) este es mi camino, llamo a Alá con conocimiento, yo, y todo aquel que me sigue". Así, es deber de todo aquel que sigue al profeta Mujámmad, es decir, de todo musulmán, predicar el mensaje del Islam.
Pero es de vital importancia que, antes de que prediquemos el Islam, sepamos qué es exactamente la predicación, pues puede que haya gente que no comprenda exactamente que es y qué significa.

La predicación, tal y como la han definido nuestros ulemas, es: un dicho o un acto, con conocimiento, con el que se quiere arreglar o mejorar, tanto el mal que hay en uno mismo, como el mal que puede haber en los otros.

Así, todo acto o dicho, con el que queramos arreglar una situación no correcta o que no está bien – bajo las enseñanzas del Islam –, debe estar basado en los principios del mismo, pues puede que, aun teniendo buena intención, recriminemos a alguien por algo que creemos está haciendo mal y, sin querer, estamos metiendo la pata y estemos haciendo lo contrario. Por ello, es muy importante el aprender y saber que es lo correcto y lo que está mal, siempre bajo los parámetros del Islam y sus enseñanzas. Y éste, es uno de los grandes problemas que padecemos los musulmanes hoy día, pues mucha gente cree que está haciendo el bien y, sin saber, que está haciendo algo malo ante los ojos de Alá.

El arreglar los asuntos de la gente, fue la tarea principal de todos los profetas enviados por Alá a la humanidad. Un ejemplo bonito de ello, lo encontramos en el Sagrado Corán, cuando encontramos a Huud – la paz sea con él – dirigiéndose a su gente diciéndoles:
"No quiero contradeciros sin más, por aquello que os prohíbo hacer, no quiero sino arreglar, aquello que pueda, el mal que existe". Y a pesar de que la puerta de la profecía se cerró, Alá prometió a su comunidad que enviaría a principio de cada siglo, quien renovara los asuntos del din.

También es muy importante, que aquel que quiere arreglar los asuntos de los demás y sus malos actos, que comience examinándose a sí mismo, pues él, debe dar ejemplo de lo que predica y no contradecirse. Pues, tal como informó el profeta Mujámmad, aquel que ello hace, tendrá un castigo severo. Dijo el Profeta en un jadiz: “Se traerá a la persona el día del juicio y será arrojado al infierno, luego, sus intestinos se le serán sacados y girará con ellos, al igual que el burro gira alrededor de la piedra del molino. Entonces, la gente del infierno vendrá a él y le preguntarán: ¿¡oh fulano, qué te pasa!? ¿Acaso no eras de los que ordenaban el bien y prohibían el mal? Y él responderá: "Si. Pero os ordenaba el bien y no lo hacía, y os prohibía hacer el mal, y yo lo hacía".